Hígado Graso

Pertenece a: Ecoendoscopías

 

¿Qué debemos saber acerca del Hígado Graso?

Es una enfermedad asintomática.

Es una enfermedad crónica.

Puede progresar a estadíos de cirrosis hepática.

Se encuentra asociada a factores de riesgo cardiovasculares.

Su diagnóstico es simple, mediante una ecografía abdominal.

Requiere de un acompañamiento multidisciplinario para lograr objetivos precisos y personalizados.

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TRABAJO MULTIDISCIPLINARIO DESTINADO A PACIENTES CON HIGADO GRASO

 

 

Este proyecto consiste en el trabajo medico conjunto para el seguimiento y tratamiento del paciente con higado graso.

El hígado graso en el adulto es una enfermedad de origen metabólico que consiste en la acumulación de grasa en la célula hepática. Médicamente se la denomina «esteatosis» y engloba un conjunto de condiciones clínicas que van desde la simple presencia de grasa en el tejido hasta el desarrollo de inflamación, llamada «esteatohepatitis» y posterior fibrosis/cirrosis hepática.

En la actualidad la prevalencia de hígado graso no alcohólico alcanza aproximadamente entre el 20 y 30% de los adultos de la población general. Esta cifra aumenta entre un 70 y 90% en aquellos individuos con obesidad o diabetes.

Los pacientes con hígado graso no alcohólico generalmente reúnen los criterios diagnósticos de síndrome metabólico (obesidad abdominal, hipertensión, dislipemia y diabetes). El diagnostico y tratamiento de esta enfermedad es importante ya que esta asociada con el desarrollo y progresión de la enfermedad cardiovascular, no solo por su asociación a factores de riesgo ya mencionados, sino porque se ha demostrado que el hígado graso en su fase inflamatoria puede, independientemente, contribuir a la enfermedad cardiovascular por la generación de moléculas llamadas proaterogénicas que amplifican el daño arterial. Por lo tanto, el hígado graso es un marcador de riesgo y ademas está involucrado en la generación de enfermedad cardiovascular.

La esteatosis hepatica suele ser considerada como una enfermedad que regresa a la normalidad cuando es tratada adecuadamente. Sin embargo existe un grupo mas vulnerable (el que presenta esteatohepatitis) en el cual el riesgo cardiovascular es elevado y el desarrollo de enfermedad hepática progresiva (fibrosis y cirrosis) es posible.

Si bien el diagnóstico se realiza mediante ecografía abdominal, las pruebas de laboratorio hepático (que pueden no estar alteradas aun en presencia de infiltración grasa del hígado, pero en general están elevadas dos o tres veces los valores normales y se asocian a aumentos en los valores de glucosa, colesterol y triglicéridos en sangre) sumado al contexto clinico-metabolico que presenta el paciente, apoyan el diagnostico presuntivo, ya que hay un 30% que no se evidencian mediante la ultrasonografia (podria ser de valor realizar una resonancia nuclear magnetica con medicion de grasa hepatica en estos casos); y finalmente es la biopsia hepática el estudio que dicta el diagnostico definitivo y muestra el compromiso hepatico real evaluado en la histopatologia.

Debido a la baja incidencia de enfermedad hepática progresiva en el higado graso no alcoholico y el tiempo necesario para que se desarrolle enfermedad hepática avanzada, los estudios aleatorizados sobre las mejoras en los hábitos de vida y sobre distintos fármacos se han limitado a cambios en marcadores indirectos como criterios principales de valoración. Por lo tanto no hay hasta ahora evidencia concluyente sobre ningún enfoque terapéutico especial. Ninguno de los numerosos estudios con tratamientos farmacológicos (metformina, pioglitazona, vitamina e, estatinas) mostró evidencia concluyente de disminución en la progresión de la enfermedad hepática. Por lo tanto, es importante destacar que no existe un tratamiento definitivo para el hígado graso no alcohólico y que su manejo y prevención deben hacerse a lo largo de toda la vida.

Para la mayoría de los pacientes con higado graso no alcoholico, la clave es trabajar sobre los hábitos de vida para lograr un descenso de peso sostenible. Una revisión sistemática reciente de 23 estudios que evaluaron el efecto de la alimentación o la actividad física en esta poblacion mostró que las modificaciones de los hábitos de vida redujeron invariablemente la grasa hepática y mejoraron los valores de glucosa y la sensibilidad a la insulina.

Lo importante es que este abordaje profesional sea comprometido y no finalice en un simple consejo; debe ser una prescripcion medica y un trabajo de contencion y seguimiento riguroso para lograr asi la mejoria, adherencia e incentivo de los pacientes, mejorando de esta forma la calidad de vida, disminuyendo los riesgos de enfermedad cardiovascular/hepatica progresiva y los costos de salud por intervencion secundaria ante las complicaciones de estas enfermedades.

Como intervenciones pricipales debe evitarse el consumo de alcohol, cigarrillo y medicamentos potencialmente hepatotóxicos; realizar actividad fisica aerobica y cumplir con pautas nutricionales personalizadas para lograr control de peso y de factores de riesgo cardiovascular.

Dra. Carolina Zulatto

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